#92 – Aprender desde la incomodidad

"Poder aprender", el pódcast que te ayuda a aprender idiomas, hobbies

y skills de manera más efectiva.

Acá hablamos sobre hábitos de aprendizaje, práctica deliberada

y estrategias para aprender mejor.

Mi nombre es Walter Freiberg y te invito a desarrollar tu poder

de aprender para alcanzar tus metas personales y profesionales.

Aprender cosas nuevas no siempre se siente bien.

Muchas veces, lo que más nos hace crecer es también lo que más incomoda.

Ya sea por dentro o por fuera, hay algo en el aprendizaje que nos

moviliza y que nos desordena un poco.

Y, a lo mejor, ese desorden es necesario para avanzar.

¿Qué pasa cuando nos sentimos expuestos en público mientras buscamos aprender algo?

¿Qué lugar tiene la incomodidad en nuestros procesos de aprendizaje?

¿Qué aprendemos cuando somos los que menos sabemos en un grupo?

Estas son algunas de las preguntas que exploramos en el episodio

número 92 de "Poder aprender".

¿ Viste cuando sentís que algo no te sale, que te cuesta, que no entendés?

Bueno, eso no es un error, no es algo que está mal.

Es una señal de que estás aprendiendo algo real y algo que tiene valor.

En general, nosotros queremos que aprender se sienta fácil, queremos que fluya.

Pero, la mayoría de las veces, lo que vale la pena aprender empieza con incomodidad.

Por eso, si evitamos esa sensación, si buscamos no enfrentarnos y no

confrontarnos con eso, nos perdemos de la parte más transformadora del proceso.

Supongamos cuando estamos empezando a aprender una habilidad nueva,

queremos practicar algo a nivel físico o a nivel mental, y el cuerpo y la

mente... nos piden volver a lo cómodo.

El cuerpo y la mente nos piden volver a lo conocido.

Una parte nuestra también se apresura y quiere entender ya mismo.

Quiere que nos salga todo bien de entrada.

No queremos tener golpes y magulladuras y moretones.

Y la realidad es que el aprendizaje tiene su propio ritmo.

Al principio, cuando estamos aprendiendo una habilidad

nueva, todo se siente incómodo.

Un nuevo idioma, un deporte nuevo, un instrumento musical nuevo,

una postura de yoga, por ejemplo.

Y esa fricción que sentimos y esa incomodidad no es una señal de que

estás fallando o de que te falta talento o de que no servís para eso.

Es simplemente una señal de que te estás saliendo de lo conocido.

Estás explorando un territorio nuevo, un territorio por descubrir.

Por lo general, esto comienza a nivel del pensamiento.

Recordamos que queremos practicar esa habilidad que nos está costando y nos

"mmm, me parece que... voy a hacerlo mañana, lo voy a dejar para

otro momento o voy a practicar pero muy poquito tiempo", porque no queremos

enfrentarnos a esa incomodidad y el hecho de ya pensar en eso nos hace sentir un

poco incómodos a nivel corporal también.

Esas son las primeras estrategias que encontramos para poner distancia y para

postergar eso que queremos practicar, eso que queremos aprender y que sabemos

que nos va a resultar un poco incómodo.

Hay una parte interna que está superconvencida de que aprender

se tiene que sentir bien.

Dice que aprender tiene que ser algo lindo, tiene que ser algo agradable.

Y la realidad es que no suele ser el caso.

Muchas veces, si no hay molestia, es porque no estás explorando,

no estás tocando nada nuevo.

Si estás cómodo todo el tiempo, probablemente no estás creciendo.

Si estás sentado en posición de meditación, y no te molestan ni un poquito

las piernas, o no te molesta ni un poquito la espalda, puede ser un indicador de

que no hayas estado sentado lo suficiente.

Vas a tener algún tipo de práctica y vas a haber ejercitado un poco de calma,

o controlado un poco la respiración, haber desarrollado un poquito de eso.

Y quizás podrías haberlo extendido un poco.

Así, también con otras habilidades y en otros ámbitos de la vida.

Mi invitación es que la próxima vez que algo te incomode al aprender,

no lo cortes inmediatamente.

Intentá permanecer ahí, quedate un ratito más.

Es como cuando estás sentado en posición de meditación y decís:

"me duelen las piernas, me duelen las rodillas, voy a cambiar ya".

Y podés decir: "bueno, voy a tratar de estar 5 segundos más, 10

segundos más", y después cambiás de posición y después relajás.

Prestá atención a lo que estás sintiendo y seguilo por un ratito.

Seguí haciéndolo por un cachito más.

Lo que sucede es que eso que te molesta, quizás es justamente lo

que te está enseñando algo y lo que te está ayudando a desarrollarte.

También suele suceder que el problema no es lo que no sabés.

A veces, el problema más grande es lo que creés que ya sabés y que ya no te sirve.

Desaprender algo que cultivamos durante mucho tiempo puede

doler y puede sentirse como más desagradable que aprender algo nuevo.

Este acto de desaprender viene acompañado de soltar certezas, soltar cosas que

creemos muy verdaderas y con las que tenemos una afinidad personal, con las

que pasamos mucho tiempo juntos, a veces.

Nos aferramos y nos apegamos un poco a esta manera de hacer las cosas, y

eso nos da una sensación de control.

Y quizás es una sensación de control que se siente cómoda, pero que no

nos ayuda tanto a desarrollarnos.

Cuando aflojamos un poquito ese agarre que tenemos por esas cosas, ahí es

donde puede entrar el aprendizaje real, y cuando puede surgir un poco

de espacio para algo nuevo, para cosas que no habíamos explorado hasta ahora.

Esto suele suceder mucho con métodos, con técnicas, con formas de abordar

ciertas situaciones, ciertas cosas, formas que venimos usando desde hace

años, formas de pensar, hábitos.

Si pensamos en los idiomas puede surgir, por ejemplo, con técnicas y

preferencias de estudio, de práctica, lo que vemos que los demás recomiendan.

Se juega con esto de estudiar de memoria, o si estoy aprendiendo un idioma,

traducir palabra por palabra, o memorizar vocabulario aislado, palabras sueltas.

También obligarnos a practicar y obligarnos a enfocarnos en algo cuando no

tenemos atención, cuando no tenemos ganas.

Cuando empezamos a cuestionar esto, y cuando empezamos a considerar o

abrirnos a algo diferente, tal vez por un tiempo nos sentimos como perdidos.

Es como si estuviéramos un poco en el aire, como que se nos cae

el piso, no tenemos nada sólido.

De repente es como que, caemos en un vacío y ahí es justamente en ese vacío

también donde pueden aparecer cosas nuevas y donde podemos experimentar con

herramientas a las que tal vez nunca le habíamos dado una oportunidad y

que quizás tienen valor para nosotros.

Algo que me parece útil en este punto es considerar que no estamos

volviendo a cero, no es que estamos volviendo a foja cero.

Tal vez, sí: se nos movió el piso, nos quitaron el piso, nos sacaron

la alfombra de abajo de los pies, pero estamos creando un piso nuevo.

No es que vamos a quedar en el aire, no es que vamos a quedar

flotando en el espacio exterior.

Lo que vamos a hacer es construir un piso nuevo con ideas y con métodos nuevos.

Vamos a construir un soporte nuevo, un nuevo andamiaje y una estructura nueva.

Entonces, no es que de repente dejamos de usar algo y nos quedamos

en la nada y quedamos huérfanos.

No.

Podemos tomar nuevos soportes, podemos crear nuevas estructuras que nos

ayuden y que nos sostengan y que a lo mejor que nos pueden dar el sostén

que necesitamos en este momento, el apoyo que necesitamos ahora.

¿ Cuál es una forma de estudiar, o una forma de practicar, o una forma de pensar sobre

un asunto que ya no te está ayudando?¿ Qué forma de pensar, de practicar o

de estudiar ya no te sirve, ya cumplió su ciclo y está un poco... obsoleta?

Considerá anotarlo y, esta semana, probá hacer lo contrario.

Probá hacer algo diferente.

Aunque al principio te resulte un poco incómodo.

Sólo como un experimento, como un ensayo de algo nuevo.

Después de hacerlo, sos libre de decidir si querés adoptarlo, si

querés continuar haciéndolo, o si lo dejás y decís: "okay, esto me pareció

malísimo, no quiero volver nunca más".

Dale una oportunidad.

Probalo, y después decidís si continuás o si no continuás.

Hay bastante consenso también en esto de que el aprendizaje es más

fácil cuando estamos en las sombras, cuando estamos en privado, cuando

estamos en casa, cuando nadie nos ve.

La práctica también, ¿no?

El desempeño.

Cuando no me ve nadie, soy Messi o Gardel, o el que quieran... una

figura que haya logrado algo muy importante, que tenga mucha habilidad.

Y cuando queremos exponernos, cuando queremos compartir eso,

de repente no podemos hacerlo.

Y vemos que hay como una división, como... Dr. Jekyll y Mr. Hyde, ¿no?

Y la verdad es que hay aprendizajes que requieren la exposición, requieren que

salgamos a la luz, que nos mostremos, e implican a otras personas que a

veces van a estar interactuando con nosotros o que nos van a estar mirando,

que nos van a estar observando.

El miedo a exponerse frena a un montón de personas.

Nos lleva a querer practicar en secreto, a querer ocultar cosas, evitar hablar,

no mostrar, no compartir eso que sabemos.

Y la verdad es que sin exposición, sin compartir eso, no hay un

verdadero crecimiento, no hay un verdadero entrenamiento.

No llegamos a foguearnos de la manera que a veces necesitamos.

No tenemos ese contacto con la realidad completa.

Es como que queda una cosa más privada, de puertas adentro, en mi casa, y que yo sé

que lo puedo hacer, pero me da vergüenza y no puedo compartirlo porque después tengo

miedo que me salga mal, o cuando quiero compartirlo o exponerme, de repente falla.

En este pódcast ya conté que hace un par de años di mi primera charla

en público en italiano y alemán, que fue en el Polyglot Gathering, en

Y yo sabía que iba a cometer errores, posiblemente que

me iba a equivocar, tal vez.

Y efectivamente sucedió así.

Y al mismo tiempo, siento que esa experiencia me permitió avanzar y ganar

un nivel de confianza que va mucho más allá de horas de práctica privada.

Es como que no hay una correlación, en mi opinión, entre ese tiempo de práctica

privado que yo puedo hacer en mi casa, hablando con una sola persona, con la

práctica que puedo hacer en público.

Y con esa sensación y con ese hecho de estar exponiéndome.

Porque cuando te exponés ahí con otras personas, tenés que estar ahí presente,

y eso implica ahí un montón de cosas, y también viene con el agregado de que

puede contribuir a otros, a la vida de otras personas, a la vida de otros seres.

Y también implica aceptar que no vamos a ser perfectos.

Una vez que aceptamos eso, lo hacemos de todas formas, nos amigamos con

"okay, puede ser que me equivoque, puede ser que falle

algo, y lo voy a hacer igual".

tocar el piano en lo que fue el cumpleaños de "Aprender de Grandes", el pódcast,

Gerry me invitó, Mi parte consistía en tocar una pieza de una intro, un

minuto, y fue mi primera vez tocando enfrente de 500 personas en un teatro.

Y yo había practicado la pieza, cuando estábamos probando el sonido,

iba muy bien, me sentía cómodo.

Y después, cuando llegó el momento de hacerlo en ese momento, me

equivoqué un montón de veces.

Había practicado la pieza.

Lo que no había practicado, con lo que no tenía experiencia, era con

exponerme y tocar el piano enfrente de 500 personas en un teatro.

Esa fue mi primera repetición.

Fue muy incómodo.

Y también siento que valió la pena.

En este caso, yo estaba dispuesto a colaborar con esta persona.

Yo sabía que podía ser que me pusiera nervioso, que sucediera

algo y que me equivocara.

Y así y todo, yo sabía que no había mucho que pudiera hacer ante eso.

Yo lo que podía hacer en cuanto a mi preparación era practicar la pieza, tener

la parte técnica, quizás algún ejercicio de relajación, pero también está la

brealidad de estar en ese momento, en esa situación, y a veces esas primeras

experiencias fallan, por decirlo, ¿no?

Fallan en el sentido de que, okay, no hubiera querido equivocarme y

me equivoqué, de todas maneras, por la presión y por un poco

la ansiedad de ese momento.

Es algo que puede suceder cuando hay ese tipo de exposición, hay otras

personas que nos están mirando.

A veces sucede cuando estamos aprendiendo otro idioma.

Nos surge este miedo a hablar con hablantes nativos.

Qué van a decir, nos equivocamos, nos queda la mente en blanco, trastabillamos

y cometemos errores de conjugación.

Nos equivocamos de maneras que nunca nos equivocamos cuando

estamos escribiendo, cuando estamos grabando un video en selfie.

Entonces, acá hay una oportunidad para... considerar que mostrarnos y exponernos no

es un riesgo, puede ser parte del proceso.

No se trata tanto de brillar y de ser perfectos, sino de estar dispuestos

a practicar y a entrenarnos en situaciones de desempeño reales.

Y, a veces, esas situaciones nos van a poner nerviosos.

Es cuestión de amigarnos con esa incomodidad que luego pasa y no

es para siempre y es algo con lo que podemos sentirnos más cómodos.

Si en estas épocas estás practicando algo, si estás aprendiendo algo, te invito a

grabarte y explicárselo a alguien o si estás practicando un idioma, probá también

grabarte hablando un poquito, aunque no te salga bien, aunque no te salga perfecto.

Y, tal vez, subilo a alguna red o mandáselo a alguien de confianza o

simplemente animate a mirarlo vos.

Lo importante es que te veas tomando acción, te veas en acción.

Hay una frase en español que me gusta que es esto de ser

"el último orejón del tarro".

Es esa persona que es como la menos aventajada o la que está menos

desarrollada en algo en particular.

Puede significar distintas cosas en distintos contextos.

Y yo la pienso, en un grupo de aprendizaje.

Cuando estamos aprendiendo con otros, si somos el último orejón del tarro,

por decirlo metafóricamente, somos la persona que está menos avanzada.

Y estamos rodeados de personas que están más desarrolladas, y que quizás tienen más

experiencia y más habilidad que nosotros.

En mi opinión, ese es un buen lugar para estar.

Si siempre sos el que más sabe del grupo, es posible que

estés en el grupo equivocado.

Yo sé que todos queremos sentirnos cómodos, y también queremos demostrar

todo lo que sabemos, queremos demostrar todo lo que podemos hacer, también

queremos dominar, o queremos liderar.

Y la verdad es que también si siempre estás en ese lugar, lo que va a suceder

es que no vas a estar creciendo, vas a estar repitiendo lo que ya sabés.

Quizás vas a estar dando cátedra, vas a estar enseñando, vas a estar ayudando

a otros, y hay mucho valor en eso.

Y eso no es diferente que... aprender y que, de alguna

forma, ser ayudado por otros.

Hay una conexión entre esto de ser el último orejón del tarro y la

sensación de comodidad o incomodidad.

Cuando te acercás a un grupo en el que sos el que menos sabe, o el más

lento, el que más pregunta, el que tiene más dudas, el que tiene menos

habilidad, ahí sentís incomodidad.

Y también sos la persona que tal vez está absorbiendo, u observando,

o subiendo más tus estándares, sin darte cuenta, o dándote cuenta de eso.

Cuando yo miro para atrás y reflexiono en distintos aprendizajes, al practicar

distintos idiomas, o en las épocas en las que estaba rodeado en diferentes

grupos, quizás también cuando practicaba pádel, o al jugar ajedrez, cuando tenía

la oportunidad de jugar con personas que estaban más avanzadas o de rodearme

de grupos en los que yo no era el que sabía más o el que podía hacer más, ahí

es donde puedo ver que más aprendía.

No era tanto cuando me sentía cómodo, cuando jugaba al ajedrez con personas

que tenían un ranking mucho más bajo que el mío, en partidos de pádel,

cuando jugaba con personas que eran de una categoría más baja, o cuando

deseaba mejorar mis habilidades en otro idioma y practicaba simplemente

con otros estudiantes del idioma.

Quizás no es lo ideal para empujarme a una zona un poco más amplia de desarrollo.

Acá la oportunidad que está disponible es esta de considerar que... sentirte

como el más perdido del grupo o el que está menos avanzado quizás

no es una señal de que estás mal o que estás en el lugar equivocado.

Ser el último orejón del tarro puede ser una señal de que estás aprendiendo con

gente que te puede empujar y que te puede ayudar y que te puede acompañar en ese

proceso de convertirte en una persona diferente, en desarrollar habilidades

nuevas, en explorar cosas desconocidas.

Si en este momento estás formando parte de una comunidad, un grupo de aprendizaje,

un espacio, considerá no esconderte, considerá participar, considerá

hacer una pregunta, pedir ayuda.

Observá lo que están haciendo los demás.

Escuchá también.

Participá, involucrate en eso que están haciendo.

Buscá ayuda de quienes están un poco más avanzados.

Preguntáles también a aquellas personas.

Si hay una persona que está liderando el espacio, recibí

esa ayuda y mostrate disponible.

Es incómodo, especialmente cuando lo hacemos en frente de un grupo,

cuando lo hacemos de manera pública.

Hay una incomodidad y también hay un valor para nosotros y para el grupo entero.

Esa incomodidad que sentimos puede ser un combustible muy fuerte para avanzar y para

empezar a convertirnos en esas personas que admiramos con profundidad y esas

personas en las que queremos convertirnos.

Aprender desde la incomodidad no es una excepción.

Es esa regla que a veces nos resistimos a querer aceptar.

En esos momentos donde algo nos cuesta, donde sentimos que no

estamos listos o que no estamos al nivel, ahí es donde pasa algo.

No siempre se nota enseguida, pero algo se está moviendo, algo está cambiando.

Ser el último orejón del tarro, equivocarse en público, soltar una idea

vieja que ya no va más, todo eso nos confronta, pero también nos transforma.

Y si estamos dispuestos a quedarnos un ratito más en esa incomodidad,

tal vez podamos aprender cosas que de otra forma nunca hubiéramos aprendido.

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Eso es todo por ahora.

Nos vemos en un próximo episodio.

Sigan aprendiendo y acuérdense de practicar bien.